En esta oportunidad, tantas cosas que parecen casualidades, pero en realidad, son conspiraciones del universo que va creando nuestra realidad. Es sorprendente, todo lo que llega a gratificar nuestro ser, con palabras tan claras como el agua.
En aquel entonces todo era sol, playa, brisa y mar. Viviendo en el laguito de la ciudad amurallada precisamente. La histórica, heroica, gloriosa, romántica y sorprendente Cartagena de Indias, Bolívar, Colombia.
Cuando recién se había publicado el ya exitoso libro »Puedo Morir Mañana», a mediados del 2021 mi nuevo amigo Miguel Torres en presentado por la familia Mac Master, personas maravillosas que me adoptaron con su amor y hacen parte de ser una de las que considero mi familia también.
Le conocí un día cuando en la playa privada de la casa en la que vivía en aquel entonces.
William y yo hacíamos algo sorprendente que nunca antes había visto en mi vida.
Una experiencia de conexión con la naturaleza y otras especies marinas sorprendentes.
Siempre salía a contemplar el patio con el que Dios había bendecido mi vida en ese momento. El hermoso Mar Caribe. A veces en la hamaca, de la terraza, otras en el patio desayunando, almorzando, cenando o trabajando. Disfrutando con amistades y personas importantes como tú.
Observaba los mágicos atardeceres, el paddle board de vecinos, yates, lanchas, turistas en catamaranes, motos acuáticas, buques a kilómetros, viví de primera mano durante varios meses los cambios repentinos del mar, efectos de la llegada de objetos provenientes del río magdalena, tormentas de 40k/h, el óxido… pero sobre todo… los mágicos y preciosos atardeceres. Definitivamente debe estar 2 veces esa palabra en este párrafo.
Siempre, todos los días diferente, nunca uno era igual, ¡jamás!
Siempre… después de las tormentas, venían las calmas y algo si había que tener seguro.
Después de una tormenta, siempre, siempre, siempre, los atardeceres son los mejores.
¿Por qué? Porque el universo es efímero. Sencillo.
La Noche.
¿Qué me dice de la noche? Imponente, con sus estrellas en el firmamento, como si se perdiera con el inexplorado mar.
Allí, después de incluso compartir con él quien en aquel entonces ya era el presidente de fedegan, tío del joven gobernador de Bolívar, y mejor amigo de toda la vida, de infancia,jugaban canicas, disfrutaban de la extensa playa que existía en ese momento y en medio de historias sentados en las mesas donde incluso presidentes, embajadores y grandes personalidades como YO entraban allí.
Así me dijo.
Aquí en este lugar, una biblioteca frente al mar, quizá no ha sido la más leída… pero sí la más bebida, mientras entre risa proseguía. Han estado (apuntando con su dedo a muchos cuadros con fotos de personalidades de todo el mundo) solo personas importantes como tú, apuntando con su dedo a mi pecho.
Allí mismo gabo pasaba siempre que llegaba a Colombia. Incluso, no en su casa familiar. Sino que Gabriel García Márquez se aparecía de la nada a donde Miguel, llegando de sorpresa. Detrás de él corriendo todos los medios, presidentes, embajadores a intentar aunque sea saludar al Nobel.
¿Quién lo iba a pensar?
Que iba incluso a escribir mi libro en Cartagena, justo, allí, enseguida de esa biblioteca. Sin siquiera saber que existía, sin aún llegar a imaginar que podría llegar a conocer a una persona cercana a persona tan reconocida.
Dios.
Solo eso, me queda eso. Decir que es obra de el. Esto es lo que siempre digo. Ya que el universo es perfecto y hace que las cosas no sean casualidades.
Continuaremos avanzando, dejándonos sorprender por el universo. Se que todo estará bien y a cada persona que ha hecho parte de este camino, recibirá su reconocimiento de mi parte también.
Finalmente… ¿recuerdan esa experiencia que tuve al inicio con William, había acabado de conocer a Miguel y todo ello?
Bueno… me temo que lo tendré que dejar para el siguiente #HCJJ porque lo merece todo… cómo TÚ.
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