En medio de todas las historias que tengo por contar, está mi año viviendo en Cartagena. Una experiencia llena de aprendizajes como todo en la vida, y una vida llena de brisa, sol, Mar Caribe y muchas cosas únicas.
Esta ciudad me adoptó literalmente, me dio todo lo que necesité para ir a un siguiente nivel espiritual y personalmente. Sus calles reconocen a su autor de Puedo Morir Mañana y el Corralito de Piedra tiene el espíritu de mis sandalias y pintas cartageneras. Siempre de negro estuve disfrutando de sus historias.
Cuando llegué estuve viviendo en Manga, un espacio muy lleno de yates y vista a los rascacielos de enfrente, el gran Laguito. Salía a las 5 a.m. a trotar por la bahía, hasta el centro de convenciones, rodeaba toda la muralla hasta seguir por frente a la torre del reloj. Seguido al lado del mar por su playa, continuábamos hasta Bocagrande y regresar al Club House para completar un recorrido de más de 20 km.
Con una temperatura de 35, 39 grados y una majestuosa brisa. En la terraza del club tenía reuniones matutinas con empresarios, emprendedores, líderes, colaboradores, aliados, amigos, conocidos, nuevos amigos y familiares. Mientras les invitaba a un Brunch de vino, frutas, suero y otros bocados deliciosos. Disfrutábamos de la vista a la bahía, los atardeceres, gym y piscina.
Después de estar allí unos meses, me mudé al Laguito, frente a uno de los edificios construidos por Pablo Escobar, frente al mar, con playa privada. Día y noche escuchaba en el patio de la casa cómo golpeaba el imponente mar, al fondo de la vista observaba todo tipo de aves, lanchas, yates, barcos, deportistas cruzando a lo lejos, incluso, frente a mí la linda isla Tierra Bomba.
Allí conviví rodeado de turistas de todo el mundo, grandes personalidades, gobernadores, incluso uno de los fundadores del banco más grande del país. También embajadores, estrellas del mundo, personas dueñas de islas enteras. Dueños de las empresas que dan energía y comunicación a civilizaciones enteras.
Mientras día a día disfrutando del atardecer, me sentaba en mis tardes en una hamaca, con vientos de muchos kilómetros por hora a escribir PUEDO MORIR MAÑANA: LAS BASES DEL ÉXITO. Ese título fue incluso creado mucho antes de haberlo hecho. Lo desarrollé como conferencia para una entrevista de un medio de comunicación y una universidad de Perú.
Cuando se lanzó este libro fue un éxito total, todos desde allí quieren comprarlo, desean leerlo, es un sueño para muchos. Presidentes, magnates, empresarios de Dubai, del mundo, artistas como Arelys Henao, Karol G, Greeicy, Mike Bahia y una lista interminable de figuras han tenido contacto con este escritor.
Al día siguiente se encontraba en el top 100 de libros más vendidos en todo el planeta, y a la vuelta de un mes, ya estábamos en el primer puesto. Todo Cartagena, desde el hotel Charleston Santa Teresa hasta la misma familia de Gabriel García Márquez me han brindado un título de estrella.
¿Qué más puedo pedir a la vida con casualidades tan maravillosas que se presentan en mi vida?
Esto es solo muchas de las razones por las cuales debo continuar trabajando por darles mis experiencias, para que de esta forma pueda dejar mi legado, ya que así como ese día en Medellín a las 10:00 a.m. tomé la loca decisión de irme a vivir a Cartagena, consiguiendo apartamento a la 1:00 p.m. y volando a las 4:00 p.m. desde el aeropuerto Olaya Herrera, me doy cuenta de que la vida está llena de momentos efímeros.
Nada nunca es para siempre, todo siempre se está transformando en muchas cosas a la vez, y los altibajos son el mejor indicador de que estamos viviendo.
Recuerda siempre agradecer y disfrutar tus pasiones. Esto no termina aquí, hay muchas cosas más que les iré contando para que juntos veamos en nosotros un espejo desde el amor, la abundancia, la empatía, La Paz.
Gracias por leerme y te invito a invitar a todos a leer lo que tengo para contar